Introducción
El objetivo de este ensayo es identificar las principales condiciones de vulnerabilidad de las mujeres y, su papel durante esta pandemia, así como resaltar la importancia de estudiar este fenómeno, con lentes de género, sin tomarlo como un elemento aislado, sino para comprender las necesidades y principales diferencias de cada persona, y así poder formular políticas públicas y recomendaciones integrales que ayuden a mejorar sus condiciones de vida no solamente como elemento de recuperación sino como políticas, que funjan en el largo plazo como reductoras de las brechas de género.
El primer apartado tiene por objetivo enlistar la importancia de incluir la perspectiva de género en el análisis y la formulación de políticas públicas para fortalecer la igualdad de género y desarrollar una recuperación más equitativa y resiliente; el segundo apartado enlista las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres basadas en los datos para México que presentan los principales organismos nacionales e internacionales durante esta pandemia, por último el tercer apartado desarrolla de forma breve algunas soluciones para atender como prioridad la desigualdad de género; tomando como principal recomendación la adopción de un ingreso universal para todas las mujeres que se encuentran en condiciones de vulnerabilidad sin entrar en detalles sobre su financiamiento y aportando una razón más para integrar este mecanismo no solamente en México sino en Latinoamérica
- Más que datos, personas.
El COVID- 19, y sus graves efectos a lo largo de todo el mundo, exige respuestas urgentes, integrales, y coordinadas, que atiéndanlos impactos sociales y económicos de la crisis sanitaria. Sus consecuencias, profundizarán las desigualdades existentes, principalmente aquellas dictadas por el género. Por ello, se requiere una mirada, que guíe hacia repensar los nuevos escenarios que viviremos a partir del 2020 y que hemos denominado como “nueva normalidad”.
Un estudio cualitativo de los tuits, publicados a partir de mayo, sobre la pandemia, arrojó que los hombres tienen mayor tendencia a discutir sobre decisiones políticas, mientras que las mujeres opinan más sobre los efectos de la pandemia, en especial, en temas de educación, salud y familia.(Thelwall, 2020). Esto refuerza, la idea de que, para construir una sociedad más justa e inclusiva, se deben considerar las necesidades físicas, culturales, sanitarias y de seguridad, en forma diferenciada para hombres y mujeres, lo que implica un cambio estructural de las normas sociales, en beneficio de la distribución equitativa de beneficios y obligaciones sociales.
Pese a que está demostrado que las características biológicas afectan más a los hombres que a las mujeres, debido a las comorbilidades exacerbadas, provocadas por sus hábitos, han sido las normas de género las encargadas de moldear las cargas de esta pandemia, ya que las mujeres, se encuentran mayormente perjudicadas, por el aumento de la violencia, la inequidad en la distribución de las responsabilidades del cuidado familiar, y la desigualdad en el mercado laboral.
La lista del debilitamiento de la igualdad social es larga, algunos países han revocado las leyes que protegen a las mujeres de la violencia; y buscan ampliar el acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, sin embargo, este sistema de protección está lejos de ser universal, sin embargo, la desigualdad de género, sí que es una “injusticia global abrumadora”, tal como lo definió el secretario general de las Naciones Unidas. (Naciones Unidas, 2020)
Lo anterior, se relaciona directamente, con lo que identifica Wenham Smith y Morgan (2020), respecto al aumento del riesgo de infección para la mujer debido a sus roles predominantes como cuidadora informal y trabajadora de la salud, tal como se observó durante la epidemia del ébola entre 2014 y 2016, aumentadas en mayor medida por el escenario mexicano de graves deficiencias, desde un sistema de seguridad pública deficiente, hasta el atraso en políticas de igualdad.
No se trata solo de rectificar desigualdades preexistentes sino también de construir un mundo más justo y resiliente, con la igualdad como eje, y no como último fin.
1.1 Los datos no son neutrales
Las enseñanzas de otras crisis por pandemias, como la del ébola en 2014, el Zika en 2016, y la más reciente, y con peores golpes, por COVID-19, han demostrado efectos más profundos sobre la igualdad de género, debido a la atención secundaria bajo la cual se adopta un enfoque neutro de atención diferenciada, entre hombres y mujeres.
Incorporar el análisis con enfoque de género será fundamental para abordar las próximas emergencias, y con mayor relevancia, la que atravesamos actualmente, para ello, debemos asegurar la disponibilidad de datos desagregados por sexo, edad, etnia, área geográfica y otras variables sociodemográficas relevantes, para entender los efectos del COVID-19; y garantizar una respuesta a las necesidades diferenciadas de hombres, y mujeres, y así dimensionar y atender los impactos económicos, la carga de cuidados diferenciados y la incidencia de la violencia de género; para diseñar políticas de mitigación centradas en los efectos económicos en las mujeres; garantizar su acceso a los servicios de salud sexual y reproductiva, considerando que una respuesta efectiva requiere tener en cuenta los impactos de género.
El COVID-19 no es solo un desafío para los sistemas de salud de todo el mundo, sino que está poniendo a prueba nuestra humanidad, como lo dice Alicia Bárcena (2012), no sólo en lo social, se juega lo social.
- Una cadena de dolores cometidos.
El Banco Mundial informó que “las desigualdades de género se agravarán durante y después de la pandemia” con efectos desde el corto hasta el largo plazo y que “las ganancias en la acumulación de capital humano, y empoderamiento económico, de mujeres y niñas, construida durante las últimas décadas, se invertirán”.(Grupo Banco Mundial, 2020)
Estos efectos diferenciados, se verán exacerbados debido al historial de desigualdades estructurales. Acorde con el objetivo del trabajo, se desarrollan los siguientes aspectos urgentes por atender en perspectiva de género, con el objetivo de proponer soluciones en el apartado tercero:
- Los efectos colaterales de una enfermedad que no discrimina, además de las secuelas provocadas por la enfermedad en forma directa, las mujeres enfrentan una mayor dificultad para acceder a servicios básicos de salud, debido a que el sistema sigue enfocado en servicios esenciales de atención al COVID- 19, descuidando la provisión de medicamentos anticonceptivos, que dejan abandonadas al 55% mujeres que se beneficiaba de estas provisiones, lo que puede generar impactos negativos en indicadores como la mortalidad materna y los embarazos adolescentes (CEPAL, 2020)
Aunado a lo anterior, y que parece un elemento invisible, hay que añadir, que la mayor carga de trabajo sanitario es asumido por mujeres, que constituyen el 70% de los trabajadores en el sector sanitario, en el que, además, la brecha salarial alcanza el 11% con un 67% de probabilidad de contagio con gravedad, según datos de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) (2020), sin embargo, su presencia no ha parecido suficiente en el proceso de toma de decisiones, en el cual se deben crear planes para abordar la seguridad del personal de salud, con énfasis en las necesidades de las mujeres.
Las condiciones de estigmatización, aislamiento y exclusión social, que sufren las prestadores de atención en primera línea de COVID- 19, exige que el apoyo psicosocial, la asignación de transporte adicional y ayuda para el cuidado de los niños y las niñas para las mujeres que son madres, sean servicios urgentes y permanentes para el personal de salud.
Esta situación recalca un argumento muy doloso de la OPS, que dicta que las mujeres proporcionan salud global, y los hombres las lideran, una brecha que causa más muertes. (OPS, 2020)
- Una aportación invisible, la pandemia ha provocado la suspensión de miles de empleos, y un incremento de las cifras de desempleo, engrosado particularmente en mujeres quienes además representan el mayor porcentaje de trabajadores a tiempo parcial y del trabajo informal, en México, según la Organización Internacional del Trabajo (OIT). (2020)
En el caso de la industria formal, el turismo, los restaurantes, la producción de alimentos y viajes, fueron directamente afectados por las restricciones del confinamiento, y debido a su alta participación femenina, fueron ellas las más afectadas en la pérdidas de empleos; por otro lado, el sector informal, concentra el 60% de la ocupación de las mujeres, quienes debido a la vulnerabilidad y escasez de protección del sector, se encuentran en condiciones de pobreza y marginación, y sobre todo las orilla ante mayores riesgos de contagio, ante la necesidad de trabajo, pese a las restricciones sanitarias.
De acuerdo con el historial de crisis en nuestro país, las mujeres, tienen una mayor dificultad para reincorporarse al mercado de trabajo, por lo que su autonomía económica desaparecerá, relegándolas en la vulnerabilidad social.
Dadas sus múltiples responsabilidades, ellas probablemente tendrán que asumir una carga adicional sobre su tiempo, a medida que cierran las escuelas y se extienden las cuarentenas; lo que deriva en una reducción de la disponibilidad del horario de trabajo, ya que en promedio dedican más de tres horas adicionales a realizar labores de cuidado no remuneradas, y trabajos domésticos, en comparación con los hombres, o una salida permanente del mercado laboral, a medida que esto ocurre, el trabajo de cuidados no remunerado de las mujeres aumenta dejándolas expuestas a un mayor riesgo de explotación económica.
- Cuidar a las cuidadoras, en este contexto, dado el rol tradicional otorgado, las mujeres están a cargo del cuidado de las y los niños.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) (2017), tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado es realizado por mujeres, lo que equivale a $5,524,621 millones de pesos o un 23.5% del Producto Interno Bruto(PIB) nacional, aquellas mujeres empleadas en el sector formal, con hijos y familia, se debaten entre su empleo, el cuidado infantil, la educación en el hogar, el cuidado de personas mayores y el trabajo doméstico.
Se suma a ello, que muchos de los hogares en que las madres son trabajadoras domésticas, son también hogares monoparentales con mujeres a la cabeza de la familia, y por lo cual, se encuentran en condiciones de vulnerabilidad.
- Más brechas más estragos, en los últimos 10 años, 43.9% de las mujeres de 15 años y más en México ha enfrentado violencia por parte de su pareja, a lo largo de su relación (ENDIREH, 2016). Estas cifras plantean un escenario que, dadas las posibles medidas de aislamiento, podrían aumentar el riesgo de violencia contra las mujeres y las niñas, especialmente del tipo doméstica. La violencia contra la mujer tiende a aumentar en cualquier tipo de emergencia, incluidas las epidemias.
La probabilidad de estar expuestas a más riesgos y tener más necesidades es mayor en las mujeres mayores y las mujeres con discapacidad, además de mujeres desplazadas, refugiadas y quienes viven en zonas afectadas por conflictos son particularmente vulnerables.
- Un antídoto social
Nuestro mundo y todo nuestro México, está particularmente afectado por cuestiones de género, esta pandemia, llega a exacerbar las vulnerabilidades y desigualdades entre hombres y mujeres ¿Y viceversa?
Esta crisis es un hecho total que implica múltiples dimensiones, desde lo económico, político, y psicosocial, y es imposible reducirse a uno de estos aspectos, o a un sólo género, toda restricción, que ignore estas dimensiones, y deje de lado el desequilibrio entre género, es una alerta incompleta y excluyente, por tanto, se plantean las siguientes propuestas, en el marco de incluir la perspectiva de género como base de la recuperación equitativa, resiliente, que no sólo beneficie a todos, sino que la construyamos todos:
- Debe desarrollarse un mayor vínculo entre las instituciones encargadas de la formulación de políticas públicas y las redes de mujeres para crear mecanismos de comunicación y participación de las niñas y las mujeres en todos los procesos de toma de decisiones y en la prestación de servicios.
Cooperando con estas redes y brindándoles recursos más flexibles para desarrollar su labor, esta iniciativa, ayudará a garantizar una respuesta más sólida y efectiva a la comunidad, e incluso a los grupos más aislados. Además, es importante, trabajar por instituciones con paridad de género, donde más mujeres puedan representar las necesidades de las mujeres, y defenderlas.
- Garantizar la seguridad sanitaria del personal de salud y la contratación del personal necesario para atender la creciente demanda de los servicios de salud.
Así como el apoyo para las mujeres que están en la primera línea de atención, reduciendo sus riesgos en el trabajo, y equilibrando la proporción de tiempo entre su empleo y su desarrollo personal. Además, deben eliminarse las brechas salariales, que complican las condiciones económicas de las mujeres en el sector salud.
- Las líneas de atención de la violencia deben redoblar esfuerzos para hacer frente al aumento de casos de violencia doméstica, y crear para ellas, refugios seguros, donde se tomen todas las medidas sanitarias, y donde pueda prevenir el mayor riesgo posible para ellas.
Se debe atender estos casos, mediante el apoyo psicológico de las víctimas y de los agresores, para evitar que los casos, tengan peores repercusiones.
Dentro de este proceso, muchas propuestas pueden surgir, sin embargo, considero que una de las que puede desarrollar una recuperación más equitativa, es la adopción de un ingreso básico universal para las mujeres, acompañado de un amplio espacio de atención y de operación de las instituciones de justicia y protección a las mujeres.
Este tipo de programas de transferencias, para los grupos más vulnerables, incluidas jefas de hogar, así como iniciativas para apoyar el regreso de las mujeres a la actividad económica y por asegurar el acceso a servicios de salud clave para mujeres y niñas, como atención para la salud sexual y reproductiva, debe complementarse con medidas de compensación a trabajadoras/es informales, incluyendo trabajadoras domésticas, migrantes y de los sectores más afectados, que reflejen la comprensión de las circunstancias especiales de las mujeres y el reconocimiento de la economía del cuidado.
Este ingreso universal, contribuye no sólo a la mejora del ingreso y de las condiciones de pobreza, también, las hace más libres e independientes, les devuelve las alas recortadas por las brechas de género, y les devuelve su capacidad de actuar y decidir, que les quita la vulnerabilidad.
Conclusiones; un acuerdo integral.
El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (2020) en México, ha exhortado a los gobiernos, sociedad civil, academia, sector privado, organismos internacionales y desde el mismo núcleo familiar, a entender con lentes de género cómo las mujeres viven de forma diferenciada la pandemia del COVID-19. Esto permitirá impulsar políticas equitativas e igualitarias que eviten reproducir las desigualdades que tanto esfuerzo ha costado disminuir, y garantizar no dejar a nadie atrás.
Hay pocas dudas sobre el hecho social total que es esta pandemia global, cuyos impactos son aún difíciles de valorar en todos sus términos, sin embargo, esta es la oportunidad, para que la reducción de las desigualdades de género sean el pilar acción para los tomadores de decisiones, es por ello que debemos asegurar la disponibilidad de datos desagregados por sexo, tanto de los impactos económicos, la carga de cuidados diferenciados y la incidencia de violencia de género; que incluyan la perspectiva de género en todos los decisiones de atención al COVID-19, una crisis, donde las mujeres han sido las más afectadas, las más calladas.
Si buscamos comparar las desventajas de la desigualdad como una línea que persigue y se planta a las espaldas de las mujeres, nos referimos a una carga de deficiencias estructurales, de apegos tradicionales a roles de género, donde se toma de complemento, y sobre todo de base familiar, como definición de su vulnerabilidad, nos direccionamos a los orígenes de nuestro país en donde el rol de género, marca también el rol de estudiante, de profesional, de trabajadora, reduciéndolo al papel de madre, de hija o esposa.
Si pensamos en una solución, sencilla, lo dejamos para después, porque es más urgente atender la pandemia, si pensamos en una solución efectiva, nos dirigimos a la creación de la cooperación social e institucional, sustentada en gobiernos que garanticen el cumplimiento de los derechos, donde las mujeres sean dueñas de sus decisiones y portadoras de sus derechos, y de políticas públicas que no sólo atiendan una cobertura en cifras, sino una calidad socioeconómica y de igualdad, que fomente el desarrollo y la calidad de vida de las mujeres, pese a la condición de pandemia, pero sobre todo donde la equidad trascienda fronteras, y destruya muros.
Referencias:
Bárcena, A. (2012). Discurso Inaugural. Periodo de sesiones de la CEPAL. CEPAL. San Salvador.
CEPAL (2020). Ante la mayor exposición de las mujeres, la CEPAL llama a los Estados a garantizar sus derechos en el marco dela pandemia del COVID-19. https://www.cepal.org/es/comunicados/la-mayor-exposicion-mujeres-la-cepal-llama-estados-garantizar-sus-derechos-marco-la
Grupo Banco Mundial. (2020). COVID-19: IMPACTO EN LA EDUCACIÓN Y RESPUESTA DE POLÍTICA PÚBLICA. Banco Mundial.
INEGI (2017). Encuesta Nacional de los Hogares. https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/enh/2017/doc/enh2017_resultados.pdf
INEGI (2016). Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares. https://www.inegi.org.mx/programas/endireh/2016/
Naciones Unidas. (18 de mayo de 2020). La falta de unidad mundial en la respuesta al coronavirus, una estrategia para el fracaso. Noticias ONU.
OIT, O. (2020). Respuestas de los países en desarrollo en materia de protección social ante el COVID-19: Fortalecer la capacidad de recuperación mediante la creación de una protección social universal. http://ilo.org/wcmsp5/groups/public/---ed_protect/---soc_sec/documents/publication/wcms_744510.pdf.
Pan American Health Organization. (2020). Distribución geográfica de la enfermedad por el coronavirus 2019- en las Américas. https://who.maps.arcgis.com/apps/webappviewer/index.html?id=2203b04c3a5f486685a15482a0d97a87&extent=-17277700.8881%2C-1043174.5225%2C-1770156.5897%2C6979655.9663%2C102100.
PNUD. (2020). 2020 HUMAN DEVELOPMENT PERSPECTIVES. COVID-19 AND HUMAN DEVELOPMENT: Assessingthe Crisis, Envisioning the Recovery. New York: United Nations Development Programme.
Thelwall, M., 2020. Sentiment in short strength detection informal text. J.Am. Soc. Inf. Sci. Technology
Wenham, C., Smith, J. y Morgan, R. (2020). COVID-19: los impactos de género del brote .The Lancet, 395 (10227), 846-848. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30526-2